El voto que hizo Jefté no era el de matar y quemar en sacrificio sino, que el primero que saliera a recibirlo de su casa cuando volviera victorioso lo dedicaria. Lo que él prometió fue dedicar enteramente a Dios a esa primera persona que lo saliera a recibir. Esa entera dedicación era semejante a cuando se ofrecía un cordero en ofrenda quemada. En tal tipo de ofrenda el sacerdote no podía participar de ella comiendo una parte del animal, como sí podía hacerlo en los otros tipos de sacrificios de corderos. La ofrenda quemada era una dedicación total para Dios. Usando este símil es que Jefté dice que ofrecería en holocausto al primero que lo recibiera. La hija de Jefté, no viviría encerrada, sino normalmente en la sociedad, dedicada solamente a las cosas de Dios. Como que iba a dedicarse cien por ciento al servicio de Dios, no podría casarse, porque una mujer casada tiene que atender a su esposo y sus hijos. Era en ese sentido en el que Jefté iba a dedicar a su hija como un holocausto a Dios, una ofrenda total.
En otras ocasiones otras madres dedicaron sus hijos a Dios en forma total también, como fue el caso de Ana, la madre de Samuel.
En otras ocasiones otras madres dedicaron sus hijos a Dios en forma total también, como fue el caso de Ana, la madre de Samuel.
"E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar la
aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, mas
dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su
vida, y no subirá navaja sobre su cabeza" ( I Sam 1:11 )
aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, mas
dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su
vida, y no subirá navaja sobre su cabeza" ( I Sam 1:11 )
"Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo pues le vuelvo
también a Jehová: todos los días que viviere, será de Jehová. Y adoró allí
a Jehová." ( I Sam 1: 27-28 )
también a Jehová: todos los días que viviere, será de Jehová. Y adoró allí
a Jehová." ( I Sam 1: 27-28 )
Ahora bien, el caso de Jefté tenía una faceta diferente. Al dedicar a su hija a Dios en forma total, Jefté se estaba privando de tener descendencia que llevara su nombre. Aquella era su única hija. No tenía otro hijo ni hija. Eso era muy duro para un hombre de aquella época y de aquella sociedad. De ahí brota el amargo quejido de Jefté cuando vio que su hija era la que había salido a recibirlo.
Hasta aquí llegamos hoy mañana sigo con la idea. Dios te bendiga